JAVIER PUEBLA

                     

SIEMPRE LLUEVE EN SEMANA SANTA

 

Emilio Pascual, El número de la bella, 2011.By Fénix, copyright. Hace ya ocho días que Madrid, Mad Madrid, se ha transformado en una ciudad deliciosa. No hay gente por las calles, puedo aparcar con “El Duro” (mi viejísimo Volvo) en la puerta de cualquier cine o restaurante y además –en cuanto se fueron los malditos habitantes de mi ciudad- comenzó a llover; como siempre sucede en Semana Santa, caiga en marzo o a finales de abril. ¡Qué extraño que una fiesta religiosa rija los biorritmos de un país que presume de laico! Lo razonable sería que las fiestas laborales estuviesen organizadas como las calles de Nueva York, rectas y por números. Las vacaciones estivales, aún las más largas en general, se justifican por el calor (¿de qué se sorprende nadie que en África subsahariana la gente no tenga interés en trabajar nunca?), y las vacaciones de navidad se amparan en el giro del calendario: acaba un año y empieza otro. Pero ¿las de semana santa? No tienen ningún sentido en un país laico; aunque bien pudiera ser que España no sea un país laico en absoluto aunque lo diga la constitución. Las leyes deberían nacer, es su origen (derecho romano) de la costumbre, y no al revés. Sucede con lo de llevar los perros sueltos o atados; hicieron una ley para convertir en obligatorio el uso de la correa pero yo veo perros corriendo –y ladrando a los niños y mordiendo a otros perros y amenazando a desconocidos- todos los días; no sólo en El Retiro o el Parque de Roma, también en Huertas Street, en pleno centro de Mad Madrid. Con los cigarrillos supongo que acabará pasando lo mismo; es una ley no inspirada por la costumbre ni amparada por ella, aunque en este caso viene impuesta por la colonización cultural yanqui. Ya se ha escrito demasiado sobre eso, paso de cargar más el carro. Porque yo estaba con que...

... es Semana Santa y llueve, como siempre en Semana Santa, y Mad Madrid se ha vuelto una ciudad deliciosa en lugar del conglomerado asfixiante y tóxico que suele ser el resto del año. Mi mujer y el niño están en Murcia, allí aunque no quieras ves pasar las procesiones (en Mad Madrid, excepto si eres Javier Marías, ni te enteras). Voy totalmente a mi aire, lo que me hace sentir muy feliz. Escribo una novela más –tengo inéditas más de una docena, y me molesto muy poco en enseñarlas, incluso las que podrían ser best-sellers (las que siempre quieren los editores, hasta los más enrrollados)- porque a mí lo que me gusta es la acción, el hecho de escribir, publicar... bah. Claro que si no se publicase no tendría al lado del ordenador LA MANCHA NEGRA de Manuel Sánchez-Dalama, XIV Premio Ciudad de Badajoz que –sorprendentemente- está muy bien; el Badajoz también sirvió para descubrir a Ignacio del Valle y su excelente EL ARTE DE MATAR DRAGONES. Y también está Sarah Waters, EL OCUPANTE, y un libro llamado MARIPOSAS de Helena Cosano, con quien ayer me estuve tomando un batido de chocolate en el piso superior de Bruins, mi cafetería heladería preferida en la Ciudad; charlábamos y mirábamos la lluvia caer al otro lado del cristal sobre el asfalto de las calles de Mad Madrid, donde siempre llueve... en Semana Santa.
Helena Cosano, by Daniel Fénix, copyright.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos