JAVIER PUEBLA

                     

CANSANCIO


Es al día siguiente cuando lo noto, soy consciente de lo cansado que estaba. Al coger el coche recuerdo la lentitud de mis reflejos del día anterior y me cruza por la mente la idea de que fui un insensato al sentarme tras el volante: insuficientes las fuerzas y la velocidad del pensamiento. Supongo que es normal, que precisamente el cansancio es difícil de detectar cuando está sucediendo. ¿Y por qué estaba cansado un día en el que prácticamente no había hecho nada?
Porque el día anterior me había exprimido al máximo; aunque mereció la pena, desde luego. Y además como guinda de la jornada por la noche salió en las noticias mi amigo Lorenzo Silva: con el premio Planeta entre las manos. Yo no había hecho nada tan espectacular; lo mío ese día, en comparación, fue muy pequeño. En el Canoe Club, con la ayuda del generoso agitador cultural Juan Corredera, había ido convocando durante más de una semana a antiguos y nuevos amigos, compañeros de colegio, navegantes del Facebook, tripulantes de barcos y aventuras de otros tiempos, para invitarles a la presentación de los tres nuevos libros que presentaba Haz Milagros Ediciones, uno de los cuales lo firmaba yo mismo para inaugurar la colección de bolsillo. Pero las estrellas debían de ser mis brillantes pupilos: Agustín Lejarreta Lobo y Ester Penas González; fue la segunda quien logró vender más libros, y también quien convocó más personas al acto. La sala del Canoe Club es enorme, en ella caben más de cien sillas, pero había gente incluso de pie y sentada en las escaleras. Mucha gente, a pesar de que no llegué a emplazar a todas las personas que me habría gustado hubiesen estado allí; pero me fallaron las fuerzas. El cansancio se estaba gestando, por supuesto.
Al día siguiente, el día en que si me hubiese funcionado normalmente la cabeza ni siquiera habría cogido el coche, no abrí al ordenador; de hecho hasta hoy, cinco días después, no lo he abierto. No he visto correos, imagino que habrá muchísimos, ni realizado ningún trabajo: al menos no ninguno que requiriera el uso de la pantalla y el teclado. Quizá cuando termine de escribir estas palabras... vuelva a cerrar la máquina y deje para mañana, que ya estaré más descansado, el baile delicioso –pero que tanta energía requiere- de los agradecimientos y los afectos.
Miro hacia atrás y surge la fácil pregunta de si ha merecido la pena, ha sido rentable, el esfuerzo. Económicamente, confieso, no demasiado. Pero humanamente..., mañana volvería a hacerlo. Estaban todos tan contentos. Los brillantes y noveles escritores, sus familiares y amigos, mis familiares y amigos y conocidos, e incluso quienes habían acudido porque habían visto el anuncio de la presentación en algún sitio. Los días siguientes aún seguí recibiendo llamadas de teléfono, felicitaciones de los miembros del Canoe Club con los que me cruzaba cuando acudía a cumplir el rito diario de la natación. Hoy, ya solo con mi pequeña familia, los he mirado para comprobar que ellos también se sentían contentos. Me gusta mucho, muchísimo, poder sentir a mi alrededor un pequeño mundo satisfecho; contento.

Jorge Herralde, by The Monjas

 

javierpuebla-arroba-javierpuebla.com
Seis.Cinco.Nueve.Dos.Cuatro.Cuatro.Tres.Ocho.Cero.

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos