LIBROS PARA REGALAR
Aunque un poco tardía esta columna era inevitable,
leo y leo, recibo libros y libros, y siempre apetece recomendar
algunos, los buenos, los que me han gustado y conmovido de
verdad. Empiezo con el lote de diez libros, que además
sólo valen diez euros cada uno, de clásicos
de Alianza Bolsillo, aquellas geniales portadas de Daniel
Gil, en tapa dura. El mito de Sísifo, de Camus, La
señora del perrito (imprescindible), de Chejov, La
isla del tesoro, El halcón maltés, Alicia en
el país de las maravillas, y sobre todo la nueva
traducción de Carmen Criado de El Guardián entre
el centeno. De este último me siento un poco culpable,
o responsable, porque llevo años afirmando, hasta en
una novela, que la traducción era terrible (y lo era),
se lo dije incluso a Valeria Ciompi, la Editora jefe de Alianza,
y hasta en alguna conversación he llegado a decir que
alguien debería matar a Carmen Criado; me alegro que
nade lo haya hecho porque la nueva traducción... es
otra cosa. Son libros para todos los públicos pero
especialmente indicados para mi generación, la generación
encantada, que los leímos con tapa blandita cuando
eramos imberbes o cuasi imberbes. En novela histórica,
y aunque no es lo mío (confieso) nadie se equivocará
si elige para regalar La judía más hermosa,
de Fernando García Calderón, publicado en Algaida.
De Anagrama se puede elegir cualquier cosa, en particular
de panorama de narrativas, para los muy amantes de la lectura,
pero recomiendo especialmente los que siguen: En picado, de
Nick Hornby (el autor de Alta fidelidad), La invasión,
de Ricardo Piglia (en bolsillo su genial Plata quemada), Picadilly
Jim, de Woodhouse, Anatomía del miedo (ensayo) de Marina,
Vladimir Nabokov (los años americanos), de Brian Boyd,
Los tiempos hipermodernos (ensayo interesantísimo)
de Lipotewky, y Pequeña isla, de Andrea Levy.
Para regalar a adolescentes la mejor opción es la colección
Tus libros, de Anaya; ahora mismo, y aunque desde luego no
soy adolescente (pero algo queda) me estoy leyendo El forastero
misterioso, de Mark Twain, y estoy flipando en colores con
el autor de Tom Sawyer, porque el protagonista de la novela,
el forastero misterioso en cuestión se llama Traum,
igual que el protagonista de mi novela Sonríe Delgado
(también la recomiendo, aunque ya no es fácil
de encontrar), y el Traum de Twain es nada más y nada
menos que la encarnación de Satanás en la tierra.
Es extrañísimo que hayamos elegido, el señor
Twain yo, el mismo nombre para representar la quintaesencia
del mal; muy extraño.
Para amantes de la poesía: Luis Alberto de Cuenca,
La vida en llamas, o la antología recientemente editada
por Cátedra. Seguro que en poesía habría
que hablar del premio nacional de este año, pero no
le he leído y cuando uno sabe que realmente nunca sabrá
deja de molestarse en mentir.
Creo que con lo anterior hay más que suficiente para
elegir. Regalar libros tiene algo de mágico, si se
acierta. Y si no se acierta siempre queda el valor del objeto.
Un libro puede hacer magia incluso sin abrirlo. Y si alguien
lo duda que se lo pregunte al viejo Harry Potter.