JAVIER PUEBLA

                     

FRANCISCO BALBUENA, BRILLANTE Y PROLÍFICO


 


Tiene algo de personaje de ficción. No, tiene “mucho” de personaje de ficción, Paco Balbuena. Nadie conoce su edad exacta, ni su ocupación exacta, ni su filosofía exacta. Aparece y desaparece como si tuviese la capacidad de hacerse invisible a voluntad. Pero en el mundillo literario patrio nadie duda de que Paco escribe mucho, muchísimo. Se presenta a todos los concursos de novela habidos y por haber, que a veces gana, y otras veces se queda a un milímetro del ganador. Es capaz de escribirse un novelón de mil páginas en un año, y a pesar de que su obra publicada es numerosa aún más nutrida -cuenta la leyenda- es la inédita. Lo conocí gracias a mi amigo el periodista de La Voz de Madrid, Arturo Briz, en la librería Estudio en escarlata, donde mi viejo colega Art presentaba un libro oscuro y nervioso sobre la ciudad que ambos llamamos Mad Madrid. Iba en compañía de su ángel de la guarda más habitual, Javier Vázquez, y tuve que mirarlo -a Balbuena- varias veces, para decidir si era así o iba disfrazado. Decidí que iba disfrazado, que el bigote era postizo, los gestos y la sonrisa algo mesiánica eran un trabajo de actor; y lo guardé como una bala en la recámara de mi memoria. No muchos días después apareció ante mí, y desapareció segundos después, en la fiesta anual que con motivo de la Fiera del Libro se celebra en el palacete del grupo Planeta. Esta vez lo fotografié, y puse nombre y apellidos a la imagen al pasarla a los desvanes del ordenador. Le escuché leer un discurso, que era pura novela, cuando ganó el premio Río Manzanares con El jardín de ajenjo. No me leí el libro entero, porque allí no estaba el Balbuena que yo había visto disfrazado de Paco Balbuena en un bar esquinero el día que nos conocimos. Pero cuando ganó el siguiente premio, el Ciudad de Getafe de novela negra, con una obra que estaba escrita al modo de twiter -ninguna entrada supera los 140 caracteres- y que tenía un título brillantísimo, Ningún perro vive tanto, esperé un ejemplar con impaciencia, me lo llevé a mi cueva de El Escorial y lo devoré hasta repelar los huesos. El ritmo, tan pegadizo como el de los poemas de su camarada Javier Vázquez, y sobre todo las cosas que se atrevía, se atreve, a decir, me obligó a quitarme el sombrero. ¿Por qué a los negros los alimenta todo? ¿Echó más polvos Simenon que novelas escribió? ... son sólo un par de muestras que recuerdo y cito sin exactitud ninguna mientras escribo esta columna; y son de las más suaves. El libro lo ha editado Edaf, y se lo recomiendo a los amantes de la literatura -dicen los entendidos que en España hay unos setecientos, pero probablemente exageran. Se lo recomiendo también a las personas que gustan de hacerse pasar por entendidos en literatura, cuya cifra multiplica por diez -de nuevo exagerando- la anterior. Y no se lo recomiendo a cualquiera, porque el brillo de Balbuena no es para cualquiera. Y aunque quizá “ningún perro viva tanto” es evidente que Balbuena, real o personaje, vivirá en la historia de la literatura para siempre siempre siempre. Guau.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos