JAVIER PUEBLA

                     

SOY UN ESTAFADOR
(A LA GENTE HAY QUE DARLE "LIEBRE POR GATO")

Alvaro Bermejo, foto bajada de internet modificada por Jack The Monjas para Cambio16 y esta página web.

 


Acostumbraba a decirlo mi tío, el arquitecto Alejandro de la Sota, que a la gente hay que darle liebre por gato. Y ello debido a que la sociedad lleva tantos y tantos años engañando y engañandose a sí mismo, dando gato por liebre prácticamente siempre, que la mayoría de las personas han olvidado el verdadero, intenso e inigualable sabor de la liebre e inconscientemente cuando piden liebre en el gran mercado de la globalización lo que esperan sus paladares es insulsa carne de gato. Estamos tan acostumbrados a que nos engañen que quienes nos desean ofrecer verdadera calidad se ven forzados a engañarnos dos veces, para que podamos comer, y apreciar, la liebre.
Desde siempre, en todos mis quehaceres elegidos voluntariamente y más o menos remunerados, he procurado aplicar el lema de mi prestigioso tío Alejandro y darle al público -a los lectores, a mis amigos, a cualquiera con quien me cruzo- liebre por gato. Es decir, que soy un estafador; un burlador de la práctica y costumbre de esa abominación que llamamos "mercado".

Mi última experiencia al respecto se remite a un taller literario que imparto tanto presencialmente, en Madrid, como por Internet (tengo "tripulantes" en Hong-Kong, Valencia, Israel y Murcia). Cuando se me ocurrió la idea para el taller, que básicamente consiste en crear un personaje -su infancia, su adolescencia, su plenitud; una etapa por trimestre- utilizando microrrelatos y se la ofrecí a una celebrada Academia de Madrid con la que colaboro estrechamente, el director de la misma me preguntó, de modo confidencial y amigable, que de dónde había copiado la idea. Señalé mi cabeza como única posible respuesta, pero mi amigo no me creyó y se pasó varios días buceando por todos los cursos que se ofrecen a través de la web en Europa y América con la esperanza de encontrar algo parecido. No lo encontró. No lo encontró porque a mí me resulta más cómodo, más fácil, conectarme con mis propios pensamientos que con la web (ni siquiera tengo ADSL). Finalmente, por problema de horarios, no llegué a un acuerdo con la Academia y decidí poner en marcha mi proyecto en soledad, alquilando aulas, buscando alumnos entre mis conocidos y amigos, y sobre todo esforzándome en "estafar a mis alumnos" ,darles liebre por gato a mis compañeros de travesía, a "la Tripulación" de mi barco imaginario. Los resultados, tras casi tres meses de trabajo, están a la vista de cualquiera que se quiera molestar en visitar mi página web -javierpuebla.com- y en leer, tras pinchar la foto de los autores cuando eran niños, los relatos que han ido escribiendo mis tripulantes. Cierto que entre ellos había, hay, gente con experiencia y gran prestigio -directores de cine con Goyas a cuestas, escritores laureados, actrices célebres, periodistas de radio y televisión- cuyos relatos era de esperar fueran magníficos, pero también viajan en mi barco imaginario tripulantes que se dedican a la informática, la abogacía o los negocios y no habían escrito un cuento en su vida, pero que han logrado piezas realmente memorables. El truco para conseguirlo es muy simple, porque el truco es que no hay truco. Esa es mi estafa. Crear es un juego, un baile, y también una magia, que los años me han enseñado a compartir. Y aunque supone mucho más trabajo, dedicación y energía que dar un curso convencional de los de "gato por liebre" a mí me compensa sobradamente el esfuerzo ver los rostros felices, satisfechos de verdad, de mis "tripulantes" cada vez que salimos en nuestro imaginario velero a navegar por los mares de la imaginación; travesías que -en pro de mi estafa- llamo sin pudor alguno: clases.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos