JAVIER PUEBLA

                     

TOMÁS FERNÁNDEZ GARCÍA, EL MAGO SILENCIOSO


 

Nadie se pregunta cómo, por qué, funcionan tan eficaz y seductoramente los famosísimos Cursos de Verano de El Escorial. Nunca se busca al responsable del trabajo bien hecho, al menos en España. Si algo funciona de modo incorrecto entonces sí, entonces periodistas y parroquianos se apresuran a levantar el dedo y señalar a quien primero se les ocurra en busca de un culpable. Pero al “culpable”, al “responsable” que en este caso sería el antónimo adecuado, de que alguien salga bien es raro, infrecuente, que se le señale, se le busque siquiera. No es mi caso. Nunca me cansaré de repetir que quienes valen son imprescindibles; insustituibles. Cuando Emilio Botín deje el mando del Banco del Santander habrá otra persona en su lugar, pero no lo hará como él; es imposible. Como es imposible que, cuando llegue el momento, alguien sustituya a Tomás Fernández García en su trabajo de subdirector, de mago silencioso, de los célebres Cursos de Verano de El Escorial, el resultado -tan espléndido como poco ostentoso- siga siendo el mismo.


A Tomás Fernández lo conocí hace un año. En la terraza del hotel Felipe II, con motivo de la pasada edición de los cursos de verano de El Escorial. Me lo presentó mi poeta predilecto: el hombre en llamas que se quema a sí mismo pero jamás hiere a los demás; Luis Alberto de Cuenca. Me fijé en él porque realizó una proeza de mago: me vio por dentro en apenas unos minutos de conversación. Y no tuve más remedio que hacer lo mismo con él: mirarlo por dentro, saber como era de verdad aquel tipo que me habían presentado como el subdirector de los cursos y -lo era a la sazón- vicerrector de la Universidad Complutense.


Meses después me llamó para que participase en otra magia silenciosa de la que también es en mayor o menor medida responsable: el festival de cine hecho por mujeres que se celebra en Cuenca, para impartir un taller inspirado en el curso que me inventé hace más de dos años para la Universidad de Alcalá de Henares: CON LO QUE HAY. Enseñar a hacer cine a cualquiera con lo que tenga a mano, sin necesidad de conocimientos previos. No acudí porque la amable señorita que me llamaba no me había “visto por dentro” y era muy complicado explicarle que: aunque sí soy capaz de enseñar a cualquiera a hacer cine, necesito para ello un mínimo de mimo, de respeto hacia mis costumbres y forma de ser, que mi objetivo no es ganar dinero dando una conferencia en un instituto, sino hacer que los alumnos “se lo pasen de cine y hagan cine”. Me disculpé ante Tomás -si tú me pides que de la conferencia la doy, por encima de mí mismo- y subí este año a los cursos de verano de El Escorial con la intención de subrayar y repetir la disculpa: no fue necesario. Él me ve por dentro. Como ve por dentro a ponentes, profesores, alumnos, camareros, secretarias y a todo aquel que tiene algo que ver con los deliciosos cursos de verano. Ve y respeta. Y pide a cada uno lo que pueda dar; todo lo que pueda dar, pero nunca lo que no puede. Eso es magia para la mayoría de la gente. Pero, para Tomás -parece- es pura facilidad.

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Tomás Fernández, amén de lo apuntado más arriba, dirige una colección de ensayo en Alianza Editorial, y es autor de numerosos libros sobre "trabajo social". Pongo el enlace a la Casa del Libro para quien lo quiera rastrear:
Libros de Tomás Fernández García

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos