JAVIER PUEBLA

                     

ERNESTO PÉREZ ZÚÑIGA,
EXCELENTE

 

Emilio Pascual, El número de la bella, 2011.By Fénix, copyright.“Hay épocas, semanas enteras, en que vivo demasiado lejos de mí, supongo que a todo el mundo le pasa: uno está entregado al afuera. ¿Quién puede aguantar mucho tiempo así sin sufrir desequilibrio”.
La frase anterior está escrita en la página 71 de la novela El juego del mono de Ernesto Pérez Zúñiga que alienta o inspira esta columna, y la he utilizado como entrada porque la suscribo plenamente, lo que sucede a Montenegro, el narrador y protagonista creado por Zúñiga es lo que me sucede a mí, y no sólo durante semanas enteras, sino durante meses, los que van desde octubre hasta junio, desde que hace unos años decidí montar un taller literario, 3Estaciones, y poco después una editorial parásita o paralela al taller. Vivo para afuera, leo por trabajo y me voy alejando de mí mismo. Por eso, algunos libros que me parecen previamente interesantes pero densos, o cuya lectura me da pereza, los voy acumulando en la biblioteca de mi casi siempre confortable cueva situada a diez kilómetros del monasterio de El Escorial, con la promesa íntima de leerlos o al menos bailar con ellos cuando comience el verano. Pero este año, entre otras cosas porque tuve que encargarme de un curso de la universidad complutense precisamente en El Escorial y a principios de agosto, el verano se me ha escurrido entre los dedos. Para mayor abundamiento Jorge Herralde mi hizo llegar al menos dos libros espléndidos, más en realidad, Houellebecq y Sorrentino, y fui incapaz de resistir la tentación de no leerlos inmediatamente. Parecía que los libros pospuestos durante el invierno se quedarían sin abrir en la librería, pero... uno de ellos tenía el lomo verde. Destacaba como una hoja de lechuga en mitad del océano, que diría Mishima. Y lo cogí y me reencontré con Ernesto Pérez Zúñiga, de quien había leído -con interés- El segundo círculo- y dejé a Gracián, a quien leo todo el tiempo, todos los días, sobre el suelo y elevé hasta la altura de mis ojos El juego del mono. Me lo bebí en menos de veinticuatro horas. Pero lo mejor es el regusto agradable e intenso, verde de algún modo, como la portada y el lomo del libro editado con mimo absoluto por Alianza Literaria. El escenario, la Línea junto al peñón de Gibraltar, es perfecto para una novela de aventuras y acción. Y hay acción y aventura, y también hay literatura, porque Pérez Zúñiga sabe mucho -demasiado pensé la primera vez que lo leí- de literatura, pero sobre todo lo que hay tras El juego del mono es un escritor. Hay tan pocos escritores de verdad... en España no creo que lleguen ni a los veinte. Un escritor de verdad es, sencillamente, alguien que tiene algo propio y único que escribir o decir. Zuñiga lo tiene. Lo he leído o escuchado y he sentido un orgullo estúpido, apenas lo conozco, porque otro escritor, español como yo, que utiliza mi misma lengua, sea capaz de crear un juego que hipnotiza y es verdad, El juego de mono. Su última novela, con la piel verde y las tripas bien tensadas, es un lujo y placer para cualquier lector “con luz”, que diría él, un libro maduro y poderoso. En suma: excelente.

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos