JAVIER PUEBLA

                     



JORGE HERRALDE
versus EMILIO PASCUAL

 

La noche es cubana, o “como cubana”, so tender que la voluntad se desactiva y parece tan imposible como innecesario regresar al hotel o a casa. La aspiro con fuerza, aspiro la noche con fuerza, cierro los ojos y viajo mentalmente hasta la generosa mesa de despacho que mi padre me cedió cuando desmontó su oficina: sobre la mesa hay dos libros que me enamoran, que quiero mirar y tocar antes de ponerme a escribir estas palabras. Pero un poco antes todavía estoy en el Café Galdós, o más bien la calle Los Madrazo, con Jorge Herralde, que ha acudido a la fiesta de Contexto en su calidad de mito viviente y disfruto del modo en el que lo miran los jóvenes editores y se acercan a él balbuceantes y emocionados. Espero a que Jorge y Laly se vayan, y aún espero un poco más y disparo con mi cámara sobre la masa móvil de escritores y editores agrupados en torno al Galdós, abrazados sin violencia pero irresistiblemente por la noche, y por fin me pongo a caminar hacia mi casa-despacho, hacia los libros acerca de los que voy a escribir hoy; sobre ellos y sus editores.

Empiezo por el segundo, el de Herralde, el de la tapa amarilla de la mejor colección de narrativa que jamás se ha visto en español (Panorama de narrativas). El libro se titula El Arte de no decir la verdad y es tan inteligente como placentera su lectura. Requiere, el nombre de su autor, un esfuerzo de memoria suplementario, porque el tipo se llama Adam, sencillo, pero se apellida -¡oh dioses!- Soboczynski. He copiado veintiséis de sus frases en las páginas finales de cortesía y hay un capítulo, el veinte (RESULTAR MISTERIOSO), que merece ser subrayado entero. Si así se desea es posible calificar El arte de no decir la verdad como una novela, pero también es un tratado filosófico e incluso -aunque sólo para los muy inteligentes- un libro de inspiraciones o autoayuda (fea traducción, pero la dejo). Nos enseña Soboczynski como comportarnos en sociedad para triunfar y no ser devorados, pero no a cualquier precio... hay un trasfondo ético que son las alas que utiliza el libro para volar hasta el cielo y encontrarse con Gracián. El autor del primer libro, el de Emilio Pascual editor, publicado en la colección que él mismo inventó: Avrea de Cátedra: 1630 páginas de las que no voy a saltarme ninguna. El Arte del ingenio es la inspiración del título del autor alemán nacido en Polonia. En Gracián nada falta; es un igual con Shakespeare y Cervantes. Y en la edición del libro está la sabiduría precisión y paciencia de Emilio Pascual, el editor al que más aprecio, junto a Herralde que -igual de ilustrado- ha desarrolado una mayor habilidad para mezclarse con la época en la que le ha tocado vivir. Herralde es la CULTURA, con mayúsculas, de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI. Pascual es la cultura, con humildes y discretas minúsculas, de todos los tiempos. Herralde es un árbol de sorprendente porte y estatura. Pascual es un río del que beben árboles infinitos. Herralde es modelo y ejemplo para los nuevos editores independientes. Pascual es la discreción y no cualquiera puede verlo. Pero ambos tienen en común que son capaces de producir -producir = hacer productos- libros, tan poderosos y mansos, que enamoraran y espero me acompañen hasta el final de mis días. Las obras completas de Gracián nunca habían conocido hasta la fecha una edición tan fascinante y mimada, Soboczyinski habría pasado desapercibido en nuestro país sin lo hubiera publicado Anagrama. Herralde y Pascual, Pascual y Herralde, los dos mayores editores que he leído, madrespadres de mis mejores y más amados libros.

Emilio PascualJorge Herralde Anagrama

 

 

 

 

 

 

 
 

 

 

 

Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
       
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos