JAVIER PUEBLA

     
   

TAL VEZ SERÍA MEJOR NO SABER

 

Me ha sucedido ya varias veces durante este invierno suave: llego a mi club -y casi siempre lo hago de buen humor o al menos con la certeza de que cuando termine de hacer ejercicio estaré de buen humor- y me encuentro con un amigo u otro, inopinada e inesperadamente triste o incluso cabreado. Y en cuanto rasco un poco, indago el motivo de su tristeza o desconcierto o indignación, encuentro que la respuesta tiene nombre propio: Bárcenas, Urdangarín, o el payaso con guantes de ladrón de turno; porque una vez que saltan a la pista del circo mediático payasos son, y no ya nunca más domadores ni funambulistas, mucho menos aún leones o caballos. “Eso te pasa por leer los periódicos, escuchar la radio y ver al televisión”, suelo decir con una sonrisa, intentando animarlos, hacerles comprender que su estado de ánimo debería depender de lo que suceda en su propia y pequeña vida: la única que tenemos en realidad, y no de la música cacofónica que nos rodea y cuyo rumor, desafinado, llega incluso a personas como yo, que siempre preferimos “Matar al padre” la última novela de Amélie Nothomb, o “Dos historias nada decentes” narradas por el siempre sorprendente y genial Alan Bennett.

Pero aún quienes preferimos la ficción -y la preferimos porque podemos manejarla, elegirla y seleccionarla- acabamos enterándonos de los desmanes del tesorero del PP o del duque em-Palma-do. Me da un ardite Bárcenas, me importa un bledo que Urdangarín sea honesto o un chorizo: sólo era un tipo al que se pagaba -y tampoco un sueldo brutal- por salir en la foto, y era esbelto: daba bien. Más entretenidas, así de lejos que es como ya las sigo, son las aventuras del Borbón, cojones y figura hasta la sepultura, pero tampoco lo descalifican como Rey.

Son criados, todos ellos, nuestros criados, y que roben es natural: no pasa nada mientras no nos arruinen, podamos seguir comprándonos zapatos y bistecs. El sueño, la aspiración del sirviente o criado es y será siempre robar. Miren el cine o las novelas o la Biblia: el buen ladrón. Ahí están, jugándose las pelotas, claro, y por eso sirven los ladrones para protagonistas de películas o narraciones, porque si les pillan sufren castigo ejemplar; no por ladrones, sino por torpes que no saben robar con la bastante habilidad. No creo que el PP o España estén arruinados por culpa de Urdangarín o Bárcenas,

es indiferente que el Rey se la casque en la soledad del cuarto de baño o tenga una amante.

Pueden contarme, y cantarme, misa, pero son cosas que no tienen demasiada importancia. El común no dudaría en ponerle a Bárcenas y Urdangarín un sueldo de 13 millones, si eso garantizara que su equipo de fútbol ganase todas las semanas y a ellos no les faltara nunca para cerveza, cuatro por cuatro y la letrita del apartamentito o chalet.

Pero para las buenas gentes que sufren y se entristecen por las aventuras de los Bárcenas y Urdangarines, quizá sería mejor no ver los telediarios ni leer los periódicos, jugar a los Angry Birds o leer a Bennett o a la Nothomb, comprender que a veces no hay mayor sabiduría que lograr no saber.

Ilustración de Daniel Fénix para Javier Puebla, columnas de opinión.

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Javier Puebla-La inutilidad de un beso. Segunda entrega de LA TRILOGIA DE EL TIGRE. Kafkiana, rara y -quizá- hasta genial.

Javier Puebla

Javier Puebla firmó la primera obra de mister Frederic Traum. Al parecer tiene amigos bastante poco recomendables

   
   
   
Carpe diem, visitante nº Que los hados guíen tus pasos